Escúchame

Tengo un gran problema y me he dado cuenta de ello, estoy perdiendo la capacidad de escuchar a los demás. Estoy tan enfrascado en mi mundo y mis problemas, que pocas veces presto atención a los demás o al menos más allá que una leve inclinación de asentimiento con la cabeza, un acto reflejo de que estoy cazando las palabras al vuelo pero la verdad es que apenas se que me están diciendo. El problema viene cuando me plantean la pregunta y tras cinco segundos de inquietante silencio, es cuando me doy cuenta que me toca responder.Escuchar, actualmente es un bien muy preciado, incluye detener nuestra biología para depender exclusivamente de nuestro interlocutor, poniendo atención a cada una de sus palabras, a sus intenciones, al mensaje que nos transmite, algo que muchas veces nos cuesta horrores porque egoistamente valoramos nuestro tiempo sobre el de los demás y así, con la idea de la multitarea y de la falsa capacidad que tenemos para entender una conversación mientras realizamos otra acción, somos conscientes que menospreciamos a nuestro interlocutor.Admitamoslo, todos hemos pecado de esta sutil descortesía y en el fondo es un hecho aceptado, que mientras uno habla otro puede realizar cualquier acto circense, queda permitido en esta relación de sobresaturación. Los más valientes, cuando inician una conversación se paran en el momento en que la otra persona comienza a desviar su atención hacia otros menesteres, de esta forma se reclama su atención, que resulta de nuevo momentánea. Somos verdaderos culpables.El problema es que esto es recíproco. Uno es oyente y al siguiente instante es orador. Es entonces cuando la moneda se devuelve y si antes eramos nosotros los distraídos ahora es nuestro interlocutor quien desciende la atención en pro de un asentimiento mecánico. No sabemos escuchar y aceptamos que los demás tampoco quieren escucharnos. Inaceptable y al mismo tiempo sin importar que tenga remedio. Por eso me he propuesto cambiar, utilizando un proceso natural de aceptación de uno de mis defectos selectivos, escuchar a los demás, por que si que soy consciente que selecciono aquellas conversaciones en las cuales quiero participar y aquellas que por tiempo o inapetencia duermo con los ojos abiertos. Me he propuesto una serie de rutinas que voy a incluir en mi vida GTDiana, de esta forma creo que me meteré en menos líos por comprometerme en asentimientos mecánicos.⚠ <b>El primer paso⚠ </b>: seleccionar las conversaciones que quiero participar, aclarando por anticipado mi conformidad en la escucha activa.⚠ <b>El segundo paso⚠ </b>: dejarlo todo para entender cada una de la palabras que me están transmitiendo. Eso incluye alejar todo tipo de distracciones e interrupciones, haciendo caso omiso.⚠ <b>Por último y más importante⚠ </b>: comprender el mensaje que está transmitiendo en su totalidad, antes de juzgar, valorar y/o anteponer mi opinión.Esto lo he puesto a prueba con dos compañeros, a uno le he dedicado el mismo nivel de escucha que estoy acostumbrado, con las obvias consecuencias de no entender ni la mitad, decir si de forma automática, sonreír de vez en cuando y responder con la pregunta “¿como?” cuando veía un silencio demasiado prolongado.Al otro le he dedicado exclusiva atención, dejando de lado cualquier cosa que estuviera haciendo, escuchándole, comprendiendo el mensaje, parandome a pensar en lo que decía y pensando antes de responder, respondiendo siempre preguntando, para obtener mayor información incluso hasta la solución de sus propias palabras, sin tener que realizar ningún tipo de juicio por mi parte.Debo decir, que aunque ha sido un experimento forzado, el resultado conseguido ha sido más que sorprendente, sobretodo en la calidad de la comunicación y el vinculo que se ha creado en ese momento. Por ello, escuchar se va a convertir en un hábito de tres pasos que voy a imponer en mi sistema GTD.Te animo a que experimentes estos tres sencillos pasos dónde seguramente te abrirán un mundo completamente desconocido.
Publicado el 20100125