El regreso al ejercicio

Después de meses de inactividad, decidí dar el paso y retomar el ejercicio. La primera sesión fue como reencontrarme con una vieja rutina, pero mi cuerpo no tardó en recordarme que la falta de entrenamiento pasa factura. A la mañana siguiente, cada músculo parecía protestar. Las piernas, en especial, eran las más afectadas, como si estuvieran descubriendo de nuevo lo que significa moverse con intensidad.

Por suerte, el clima se ha puesto de mi lado. Con la llegada del buen tiempo, salir a correr se convierte en un placer más que en un sacrificio. La brisa suave y el sol templado hacen que el esfuerzo se sienta menos pesado. Cada zancada, aunque costosa, viene acompañada por la sensación de que el aire fresco y el movimiento están revitalizándome.

Correr por la ciudad en primavera tiene su propio encanto. Sin embargo, Barcelona parece estar más llena que nunca. Las calles y parques están repletos de gente disfrutando del día, y esquivar turistas y paseantes se vuelve parte del entrenamiento. Pero, a pesar del bullicio, siempre encuentro momentos de tranquilidad en el ritmo constante de mis pasos.

En cuanto a mi rendimiento, los tiempos por kilómetro no han mejorado mucho, pero tampoco han empeorado drásticamente. Es una victoria en sí misma. La resistencia está volviendo poco a poco, y aunque no soy tan rápido como antes, cada día siento que mi cuerpo responde mejor. La paciencia será clave en este proceso.

Más allá del aspecto físico, volver a correr me ha dado un respiro mental. Durante esos minutos en movimiento, las preocupaciones y el estrés se desvanecen. Es un espacio donde solo existen el ritmo, la respiración y la sensación de avance. Un escape necesario en medio de las exigencias diarias.

Pero no todo es perfecto. Me he dado cuenta de que el calzado que solía acompañarme ya no está a la altura. Las zapatillas han perdido amortiguación y cada pisada se siente más dura de lo que debería. Es hora de invertir en unas nuevas que me ayuden a seguir adelante sin castigar mis articulaciones.

Así continúa mi regreso al ejercicio: con esfuerzos, con retos, pero también con pequeñas satisfacciones que me recuerdan por qué empecé. No es solo sobre el cuerpo, sino sobre la mente y la sensación de progreso. Volver a correr es, en cierto modo, volver a reconectar conmigo mismo.