Buenos días
Me despierto y no te encuentro en la cama y aunque en un principio me sobresalto, escucho el ruido del agua de la ducha, que salpica el suelo y por extensión todo tu cuerpo. Somos animales de distintas costumbres, a ti te gusta ducharte por la mañana a mí por la noche apenas coincidimos y lo peor es que mirando el reloj me doy cuenta que llego tarde.
Voy a la cocina y enciendo la cafetera para que cuando salgas de la ducha ya tengas tu primer café, dejo dos tostadas preparadas pero aún no hechas y tu ipad sobre la mesa, para cuando te sientes puedas revisar esas tiendas online que siempre te gusta ver, pero rápido voy al baño, la madre naturaleza no entiende de romanticismos y la vejiga llena necesita su espacio de tiempo.
En el baño, cuando abro la puerta, es como una de esas noches húmedas de Londres, donde apenas puedes ver más allá de tu nariz. Todo el vapor el agua tan caliente como te gusta está flotando en armonía en toda la estancia, tu dentro de la ducha, imagino, porque no te veo y tu figura sólo se insinúa por el cristal. Así que doy rienda suelta a la naturaleza mientras tu me gritas un buenos días. Yo respondo con un masculino gruñido, de esos que lo dicen todo, pero no dicen nada y que un traductor universal interpretaría como un “buenos días cariño”.
Abres la puerta de la ducha para ver si estoy vivo y ante tu sonrisa me lanzas la mano mojada para salpicarme la espalda. Ahí doy un respingo y tu risa cierra la puerta, mientras mi mente planifica la forma de venganza, así que voy al lavamanos y abro el grifo del agua caliente con esa sonrisa de autosatisfacción que me recuerda que el piso es viejo y que ahora por la ducha debe estar saliendo agua helada. Un grito con palabras para mi familia no del todo muy bonitas, salen desde dentro de la ducha. Abres la puerta y con más agua ahora ya no me salpicas, oficialmente me mojas y corriendo vuelves detrás de tus trincheras.
Tú lo has querido, esto acabará aquí y ahora, abro la puerta de la ducha y ante tu sorpresa me meto dentro. Te ríes mientras me mojas todo el cuerpo, así que te arrincono contra la pared (es fácil, en la ducha apenas cabemos) y tu cuerpo húmedo pegado contra el mío palpitan por el juego. Sin perder aliento te beso, te devoro la boca con pasión y lujuria, mientras recorro tu cuerpo con mis manos de forma brusca y salvaje. Sé que te estás quejando, pero este es mi momento de venganza, donde voy a poseerte, cada recodo de tu cuerpo que es mio, como yo soy tuyo.
Mi excitación se vuelve más clara y tus gritos simulados de protesta, se transforman en besos igual de fuertes, cuando tus manos hacen estragos sobre mi cuerpo, sabiendo donde tocar para volverme aún más animal, porque esta ducha ha cambiado de argumento y el agua es sólo la excusa para amarnos en los extremos de los límites. El reloj detienen su avance en cada uno de nuestros besos y cuanto más nos tocamos, menos resbala el agua y cuanto más nos sentimos, la habitación se vuelve más caliente.
Me alejo un poco de ti y te sonrío. Me miras desorientada, entre la perdida de mis labios y el significado de la malicia de mi sonrisa, aún intentas procesar la razón de mi huida, cuando no has visto como una de mis manos se ha ido al mando del agua fría, que ahora estoy girando para que salga libre por la ducha. Agua fría es corto, porque en pleno invierno como en el que estamos sale helada y tu grito se funde con el mio mientras duele el agua sobre nuestra piel y me gritas e intentas huir, pero te tengo aprisionada y ambos casi congelados. Cuando tus manos se vuelven violentas y tu gritos de sorpresa en blasfemias de risa es cuando cierro el grifo de la fría y la caliente vuelve a surcar nuestra piel sin rumbo ni camino.
Con la maldad de la sonrisa, te beso para jugar con tu lengua. Nuestros cuerpos frío s por el agua pronto estarán ardiendo como lava, pues en mi mente sólo pienso en hacerte el amor y por cómo te has enroscado a mi cuerpo, tu pensamiento es el mismo. “Buenos días, cariño”."
Publicado en 2015-10-02-11-08
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