Celos

Los celos no existen, los celos es un sentimiento mitológico, algo que has oído de los demás, pero que a ti nunca te ha pasado, porque tú eres fuerte y confías, porque tú eres especial y no existe vínculo indestructible. Hasta que una sensación nueva llama a tu puerta y se presenta sacándose el sombrero, trae un maletín negro abultado, un abrigo hasta las rodillas en pleno verano y con una sonrisa burlona extiende su tarjeta de visita: Sr. Celos.

Ha llegado ese momento donde tu confianza se ve mermada, donde tu seguridad se sujeta con cinta adhesiva transparente y mil ojos observan los detalles del día, mientras tensas los músculos y tu propia sombra es tu enemiga. Sospechas y te mientes, te engañas y te crees, miles de fantasías inverosímiles llenan tu mente, todas posibles y tú, lleno de envenenada adrenalina.

Va creciendo en tu interior, imparable asciende por tu consciencia, va consumiendo otros sentimientos, se adueña del espacio, conquista sin rehenes aniquilando cualquier esperanza. Una invasión convertida en exterminio de la razón. Ahí está los celos, consumiendo la realidad en pos de mil posibles fantasías. Fantasías que son cadenas convirtiéndote en peso muerto, en ese animal enterrado, en visceral furia contenida.

No tienes celos. Ese sentimiento no existe para ti. Tú eres los celos en carne y hueso. Tu mente emana celos, tus pensamientos son tormenta en celos. Te contienes, te enfrías y sopesas las posibilidades, todas ellas ponzoñosas, ninguna coherente y todas tan ciertas ahora. Celos corriendo a raudales por tus venas. Celos en el aliento exhalado. Celos mezclados con el calor del cuerpo. Niégalo cuanto quieras que los celos te seguirán engañando.

No existe coraza para este sentimiento. Una vez que te toca, sólo puedes sobreponerte, luchar o ser vencido. Ignorarlo y esperar la sangre manando tras la herida. Confiar y ser traicionado. Al fin y al cabo todos somos humanos posesivos, egoístas e infectado por los celos no atendemos a horizontes serenos, este despreciable sentimiento que nos ahoga.

“No soy celoso”, te dices a modo de mantra. Mientras fuerte aprietas el puño para sentir el dolor en propia carne y negar la química sentimental. Los celos le ocurre a otros y ese otro nos toca ser nosotros. Disfruta de tus celos, como yo me ahogo en los mios."


Publicado en 2015-04-23-09-03

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