El funeral
La muerte ajena, acerca la muerte propia. Las imágenes del presente llaman a los recuerdos del pasado. Son diferentes caras, diferentes personas pero la misma sensación de soledad, de miedo, la misma sensación de ese vacío, silencioso que en su día viviste en compañía de los que te querían, ahora eres tú el que das soporte. Sabiendo que el pasado sigue atado a tu corazón.
Abrazos y besos, reencuentros con personas que ni conoces, el destino en la muerte siempre atrae a todos los compañeros de viaje que han cruzado la vida y ahora todos, vienen con diferentes recuerdos y miradas. Todo para la familia que se queda, todo para el momento más doloroso, porque hay que seguir celebrando la vida, con fuerza, con mermadas fuerzas. Pero paso tras paso intentando no olvidar y saber amar de nuevo.
Cada uno lo vive de forma diferente, cada uno lo siento a su modo, ya sea por cariño, por trabajo, por necesidad, por afinidad, todos traen experiencias compartidas, muchas silenciosas que nunca hallaran más luz que la de la propia mente, porque somos egoístas con nuestros tesoros y aunque todos celebramos la vida, nunca olvidaremos la muerte.
La muerte marca. Lo quieras o no, no te deja intransigente. Es esa cicatriz que no vemos dibujada en la piel, que no enseñamos por vergüenza, pero que lucimos con orgullo en la intimidad de los recuerdos, cuando nos exponemos a nosotros mismos. Con la única obligación de jamás olvidar, allí donde el vacío físico aflora, los recuerdos siempre germinaran."
Publicado en 2015-04-18-10-36
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