El elefante

No se que he dicho o hecho, que has salido corriendo. Me he quedado mirando tu espalda mientras te alejabas y allí donde antes estabas, unas gotas calientes sobre el cemento. Un rápido repaso a los últimos minutos me dejan igual de perplejo. Tu reacción ha sido inmediata y mi sorpresa igual de intensa.

Sigo tu camino, desde la entrada hasta la casa, he escuchado la puerta cerrarse y te imagino en el baño encerrada. ¿Por qué te esconde? ¿Tan grave ha sido lo que ha pasado? Me acerco como felino con sus patas acolchadas, mi silencio es una amplificación de los sonidos que ocurren tras la puerta que nos separa. Así, intento adivinar que está ocurriendo, porque claramente estás llorando.

No me atrevo a llamar y como adolescente pego la oreja a la madera, contengo la respiración y me formo la imagen virtual de lo que está pasando al otro lado. Si, claramente estás llorando y se que tus ojos verdes no están hechos para la lágrimas, así que juntando el valor e inquieto por lo desconocido armo mis nudillos. Unos golpes suaves sobre la madera te hacen notar mi presencia y con el aliento que me queda te pregunto: “¿Estás bien pelirroja?” Me congratulo con el toque cariñoso, eso calmará el destrozo que puedo haber causado.

Silencio. Pronuncio tu nombre y ahora con más energía te pregunto como estás. Me alejo un poco de la puerta, no sea que la abras y me veas pegado a ella. Tus palabras me llegan desde el otro lado. “Estoy bien”, mientas. “No pasa nada”, me quieres hacer creer. Más confundido que al principio, añado la única pista que te delata y te digo el hecho que compartimos: “Pero, estás llorando”.

“No estoy llorando” te envalentonas, “ha sido un elefante que se me ha metido en el ojo”. Sabes, no se porque pero te creo. Últimamente el señor del tiempo pronosticaba una suave brisa de elefantes, con tan mala suerte que este ha entrado en tus ojos.

Abres la puerta con una sonrisa. Aún los ojos vidriosos, pero mucho más vivos. Hay vida en ellos, hay alegría, me miras y te lanzas sobre mi, me abrazas y me besas. Me aprietas fuerte y te respondo cariñosamente. Soy la personificación del desconcierto, pero tu cambio de energía me calma y me contagia.

Dichosos elefantes."


Publicado en 2015-04-10-20-34

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