Gota a Gota
Sigue lloviendo. Desde que llegue a la casa de la montaña la lluvia ha teñido los días de agua fría. Aún así se lo agradezco, es como si el tiempo leyese mis sentimientos y supiera con qué paleta pintar los días. Aquí, en mitad del bosque, sin más vida que los nativos árboles y sus vecinos los animales, yo soy el intruso al que observar. Una casa de madera, apenas una habitación de salvación y un porche al que mirar al mundo sin pensar en nada más.
Llueve y lo hace de esa forma continua, sin ser exagerada, pero constante gota tras gota. Desde el cielo recta al suelo, rebotando en cada uno de los árboles que a modo de paraguas esparcen la lluvia en todo el suelo. Se escucha el sonido de las gotas en las hojas, Casi puedes sentir como resbalan desde sus copas, hasta hendir el suelo. Notas discordantes, pero acompasadas en el mismo ritmo y con suerte, cuando llegan a su final, caen con una nota final en el charco ya formado, pequeño, pero se aprecian las olas en expansión. Así se repite y cuando cierras los ojos puedes ver brillar las gotas que desde el cielo, cosquillean el suelo.
Pequeños riachuelos van pendiente abajo. La erosión de la lluvia ha formado caminos naturales, la propia naturaleza encauzando sus fuerzas. Sigues a la pequeña hoja que atrapada en la corriente danza alejándose, rebotando y contoneándose, sin posibilidad de control, ahora encalla, ahora vuelve a flotar, hasta que perdida de la vista vuelves a buscar algo con lo que jugar. Un entramado de canales naturales por el cual navegar.
Del porche de la casa cae una cortina de agua, gotas temblorosas que seguramente formarán fila para saltar. Como estalactita buscando su estalagmita, como hilo de araña que pende cuando sopla el viento, rebotando en madera, piedra y arena y arrancando diferentes notas. En conjunto una orquesta de sonidos para disfrutar, te llenan por completo en el ritmo natural, es cuando inspiras y expiras, percibiendo el aroma a humedad, a bosque mojado, a naturaleza salvaje que te rodea y silenciosamente disfrutas de su ritual.
Aunque la temperatura ha bajado, la manta ayuda a disfrutar del espectáculo, algo que nunca nos paramos a contemplar ni a sentir, como la lluvia construye su propio arte musical. Esta no es lluvia de tristeza, esta es lluvia que limpia los pensamientos, te despeja por completo la mente y te centra exclusivamente el gozo de los sentidos.
Hace frío, pero no me importa. Envuelto en la manta, con el té entre las manos, deleitándome de esta reconfortante paz natural. Un regalo inesperado, necesario para olvidar el pasado. Tu manta espera a mi lado.
Publicado en 2015-03-30-08-00
Referencia: pivot/00322.php