Canela y frambuesa (iii)
Ya no quedan palabras. Todo ha ido tan rápido. Fue uno, sólo uno. Un solo beso fue suficiente, sin repetición, sin segunda parte, sin necesidad de decir nada más. Fue un momento de apenas cuarenta y cinco latidos, tuyos y míos, confusos e irrepetibles, compartiendo el mismo espacio. ¿Te imaginas ser bombardeado por todos los sentimientos durante todos los días impares? ¿No viste como me temblaban las piernas?
Me has cogido de la mano y hemos salido de la cafetería. Sin mediar palabra. Sin despedirnos del mundo, la puerta ha sido un principio de nuestros pasos, por las calles bulliciosas. Apenas hemos cruzado más de cuatro miradas. Tu tenías claro el camino y sin pausa hemos llegado a un portal. De madera vieja, tal vez o de gordas verjas, ha sido como si tuviese los ojos vendados, vendados de ti.
Tres pisos más arriba has abierto una puerta y hemos pasado. Aún no puedo creer donde estoy. Tu reino. Tu espacio. Toda tu intimidad y yo de rodillas admirado. Tu mano aún sujetando la mia, como si fuese a escaparme después de todos los días impares que a seis metros de ti imaginaba lo que ahora me estás regalando.
De sorpresa estamos de nuevo a un beso de distancia, me acerco ya sin miedo, te acercas por derecho y mientras un tierno beso remueve nuestros cuerpos, mis manos se pierden en tu rojo pelo. Soy tu respiración, eres mi aliento, soy el corazón que te bombea, eres los sentidos que me llenan. Te separas y me miras. Sonríes y ahora la distancia vuelve a ser un doloroso abismo. ¿No ves desesperados mis ojos?
Sin entender cómo, tu vestido cae al suelo y sin dejar de mirarte a los ojos sólo puedo imitarte. Tu reto me atrae, tu deseo está en mi propia piel, expirando todo mi ser. Ahí en ropa interior seguimos con la mirada clavada el uno en el otro. Tu mano se acerca a mi pecho y cuando lo tocas, cuando lo rozas, cuando se posa sobre él, cuando siento el calor de tu mano, cuando los dedos presionan mi piel, cuando ya no hay distancia entre mi cuerpo y el tuyo, es en ese momento cuando la corriente destroza mis sentidos, cuando el deseo desborda mi cuerpo ¿Quién eres? ¿Qué haces conmigo?
Un beso en tu cuello un murmullo saliendo de tus labios, los ojos cerrados te dejas querer después de todos los días impares donde creía ser dueño de tu intimidad y tú eras la que poseías la mía. Sonríes, estamos pensando lo mismo mientras ahora ya sin distancia el calor se confunde en los cuerpos, el olor de tu piel es mi propio vestido y el fuego de tu pelo es mi nuevo fetiche. Adorando tu piel, beso a beso, escribiendo caricias tiernas y millones de promesas que te hice aun cuando no me conocías.
Ya has marcado mi alma, vas a marcar mi cuerpo. Tienes el control de mi mente y la necesidad de cada uno de los días por seguir viéndote. Sabes, aún queda canela y frambuesa en tus labios."
Publicado en 2015-03-28-09-00
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