Canela y frambuesa
Ahí estás tu, sentada con tu libro entre la manos. El café humeante en la mesa, has rechazado la leche y el azúcar y como cada tarde disfrutas de la canela y frambuesa. Hasta aquí me llega el olor, tres mesas frente a ti. Has llegado a las cinco de la tarde, yo diez minutos antes para escoger mesa estratégica. Saludas educadamente, mientras el chal cae sobre la otra silla. El ritual de los días impares del cual ya soy adicto.
Hoy llevas ese vestido blanco, ese que deja tus hombros vestido con apenas dos hilillos. El pelo cayendo suelto sobre tus hombros, jugando al compás de tus movimientos, ríos oscuros en rizos desenvueltos, hilos de seda para quien pueda sumergirse en ellos y embriagarse con su textura y perfume. Los pies, como adolescente apoyados en el soporte de la otra silla, despuntan unas sandalias frescas, sin adornos esenciales. Hoy he tenido que estirar el cuello disimuladamente para deleitarme. En medio de mi despertar, abres el libro y te sumerges en la lectura.
Eso me da tiempo para verte jugar con la página que vas a terminar. Con el dedo indice haces un intento de pasar la página, mientras te retractas y vuelves a intentarlo y a la tercera, consideras que la página está terminada y pasas sin más misterio a las nuevas letras. Tus pupilas no corren sino vuelan, seguramente saltando de extremo a extremo. Verdes. Dos iris verdes esmeralda, tal vez verde oliva, verde césped, tan verdes que son lianas que me atrapan cada uno de los días, tan verdes que son faros que se me guían los días impares. ¿Que me contarían esos ojos si a menos de medio metro me dejases jugar con ellos?
Un sorbo al té, llenándote de energía para el siguiente capítulo. Tomando dulzura entre tus labios, rosados y finos. Debes ser de esas que espera la temperatura correcta del té, entre los cien grados del principio y los justos para apreciar tu sabor. ¿A que sabrán ahora tus labios? ¿Me dejarías probarlos a seis metros de ti? Resulta curioso como mantienes la taza a media altura, indecisa si seguir leyendo o degustar más canela y frambuesa.
Aquí sigo, expectante, los días impares mi mundo se para. No hago citas a las cinco de la tarde. Ese es el espacio que comparto contigo desde la distancia, donde soy ladrón de tu intimidad y a hurtadillas dejo escapar la imaginación. Allí hablamos, bailamos, reímos y algún día incluso te enfadas conmigo. Ahí me pregunto quien eres, que harás el resto del día, si saldrás de una bolsita solo para perturbarme los días impares o si es este tu espacio para disfrutar del tiempo. Ahí las preguntas se mezclan con mis miedos, el deseo se entrelaza con la cobardía y como atado a la silla, petrificado por la belleza de tu áurea, sólo puedo deleitarme, desde la distancia.
La hora transcurre demasiado rápido, siempre tan constante acabas recogiendo las cosas y de nuevo, ausente del mundo, diriges tus pasos a la salida, ahí te pierdes en el bullicio de la gente. Gente que nunca serás para mi, porque allí donde estés, siempre brillarás a canela y frambuesa. Hasta el próximo día impar."
Publicado en 2015-03-26-15-18
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