La bestia.

Ahí está, esa fiera salvaje, ese depredador en tu interior. Expectante en la calma, voraz cuando la adrenalina fluye por las venas, llenando el cuerpo en creciente fuerza de locura. Una chispa que prende el cuerpo, agitando el animal de la oscuridad que felinamente se aproxima. Devorador de cuerpos, desgarrador de almas, una vez que sale, el mundo se ha perdido, sólo existe la presa, vive para clavar los dientes en la carne y destrozar lo que una vez pudo ser bello para demostrar la inutilidad de la racionalidad, ahí donde antes eras, ahora destruyes.

Es un animal que duplica tus fuerzas, en desesperado intento por aparentar lo que nunca fue, porque ahora que sale a la luz ya no serás tú, serás él: sin sentimientos, sin escrúpulos, sin razón de ser, todo serán garras, sangre corriendo por el cuerpo, sudor del esfuerzo por hacer más y más daño. Así es el animal que con sonrisa maligna y misteriosa va anteponiéndose a la consciencia, así es la fiera que lleva tiempo enjaulada, porque ahora que sale, ahora que la luz le baña el pelaje que en breve estará lastimado, ahora es cuando va a disfrutar todo el tiempo de oscuridad, esa que volverá a abrazar ante el salvajismo que se avecina.

La bestia eres tu mismo, el animal que grita, que ciego de razón se avecina en tormenta para destrozar, despedazar, dañar, romper, desgarrar, descuartizar todo lo que se anteponga, todo lo que rige tu voluntad en control de tu propio cuerpo, que no le importa perderlo o verlo mermado, el animal está ahí para cumplir el cometido por el cual fue enjaulado y que ahora has decidido liberado.

Una mano delante de la otra, los dientes apretados, mirada penetrante de odio eterno, la fuerza se dibuja en su danza a medida que se va acercando sigilosamente, el felino se acerca, dispuesto para la locura, allí donde tú fuiste cobarde, reinará su furia."


Publicado en 2015-03-20-12-16

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