Dulce silencio
¿Cuantas palabras son necesarias para ocultar lo que realmente queremos decir? Un sencillo y poderoso silencio es cómplice de lo que pensamos. Ocultos al resto del mundo somos prófugos del caos que nos rodea y aun así, pintamos palabras en la imaginación para transmitirlas en pequeños escritos. Pequeños momentos de nuestras vidas que transforman nuestra emociones, pinceladas de sonrisas y algún que otro enfado haciendo estragos en nuestro día.
Después de tanto tiempo, seguimos siendo dos desconocidos para el mundo, seguimos a eones de distancia, separados por la apariencia del desconocimiento, cuando realmente somos conscientes de la vida de cada uno. Esos pequeños detalles que han ocurrido en la ausencia, que son necesarios para complementar el día. Las palabras bailan, las imágenes se centran y poco a poco, los círculos personales se transforman en tenues brumas.
Existen límites para todos los mortales, nosotros nos hemos puesto los propios. Hemos creado nuestra propia realidad, en un fluir de intimidades, de verdades inconfesables, de confidencias prohibidas, todo desde un respetuoso cariño de dos almas ajenas, pero en estrecho contacto.
Y ahí estamos los dos, alejados pero al mismo tiempo entrelazados. Ajenos y sin embargo conocedores de los secretos. Somos seres extraños en un mundo que nos observa, que nos juzgaría erróneamente si lo conociera, en esta sencilla pureza, en esta delicada unión inquebrantable. Ellos lo definirían como amistad lo que nosotros no queremos etiquetar.
Estas son las palabras, otras más que dejo escritas para deleite de tus ojos, para que sepas que estoy cerca y al mismo tiempo tan lejos como tú quieras."
Publicado en 2010-02-25-13-07
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