El hurto

Hoy he cometido un hurto, soy culpable de ello y lo admito con todas las consecuencias, he aprovechado un momento de soledad para robarlo, para secuestrarlo. Ahora tengo mi tesoro y la culpabilidad escrita en todo el cuerpo.

No había nadie en casa de mi madre y he entrado con la impunidad que me da tener una copia de las llaves. He accedido a su habitación, tenia claro el objetivo y no he dudado, he abierto el armario y extraído el joyero. Un pequeña caja de cartón forrada en falsa piel, allí estaban todas sus reliquias. Con cuidado he ido abriendo los compartimentos, rellenos de otras cajitas. No sabía dónde estaba, así que he ido abriendo y abriendo, en un sin fin de tesoros cargados con muchos recuerdos.

Como viene siendo costumbre, en la última caja, del último compartimiento de la última oportunidad, ahí estaba, el premio a mi maldad. Lo he sacado y dejado sobre la cama, he deshecho el camino de todos los demás tesoros y he devuelto la caja al anonimato del armario. Ya era hora de salir corriendo, apenas han sido unos minutos de maldad, pero no se de cuanto tiempo disponía.

He apresado el premio en mi mano y he salido corriendo, asegurándome no dejar huella de todo lo que allí había pasado. Durante todo el camino he ido con el puño cerrado, con la joya retenida en ella, no habría forma de que se perdiera, no existiría manera de que nadie la arrebatase, ahora es mía y sólo mía.

He llegado a casa sin aliento, todo ha pasado muy rápido, me he sacado la cadena el cuello y he engarzado las dos nuevas, que ahora, cerca de mi corazón atesoran un sentimiento que durante este tiempo he ido renegando. Ahora están conmigo, por que me pertenece, no por haberlas robado, si no por que son mías.

Los dos únicos colgantes que atesoraba mi padre, siempre en su pecho, ahora cuelgan del mio. Ha sido un acto impulsivo, mi madre me las ofrecía cada día, pero yo las renegaba para que no perdiese el recuerdo, para que retuviese parte de su esencia. Pero ya no. He amanecido con ganas de tenerlas y no he dejado lugar a ningún razonamiento, las quería en ese mismo instante y al siguiente ya eran mías.

Ahora colgado de mi pecho existen más sentimientos que los que el propio corazón puede soportar. Una añoranza, que a modo de tintineo me recuerdan el amor que profeso."


Publicado en 2010-02-04-11-01

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