Las cosas por su nombre

A las siete de la tarde cierro el portátil, recojo las cosas y me despido de los compañeros de la oficina, no sin antes echar un vistazo al Agendus para ver si tengo algo pendiente. Efectivamente, tengo que pasar por el supermercado a comprar varias cosas. Me coloco el headset y comienzo a caminar.Voy en piloto automático, el camino me lo conozco de memoria, así que dejo que mis pensamientos vayan por un lado mientras mi cuerpo va por otro. No obstante algo me distraer, hay unos obreros sentados en fuera de la obra, nada extraño, nada pelicular y cuando paso a su lado uno de ellos exclama: "Bluetooth". Cinco segundos después proceso la información, me ha visto el headset.

Llego al súper y como rata voy directo a lo que necesito esquivando las ofertas, trazo la trayectoria más corta hacia la cola menos ocupada y en tres pasos me cuelo delante de una viejita. Un chico joven pasa los productos por el lector laser, pip-pip suena, "son cinco con ochenta euros", me dice, "tiene tarjeta cliente". Miento y digo que no, mi esposa me sacó una hace tiempo, pero al no ser nada vital la dejo en casa, ahora que pienso debe estar en casa perdida. Niego con la cabeza y comienzo a colocar las cosas en la bolsa. "¿Eso es un móvil?" me pregunta el chico. Esta vez con el piloto automático desconectado le digo que no, seguramente se refiere al HeadSet, le digo que es una Treo 650 y me voy. Me imagino al chico, que no llega a la veintena, consultando en Internet esa misma noche que diablos es una Treo 650. Me gusta hacer publicidad de la Treo.


Publicado en 2006-08-24-18-52

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