Pasos Zebra

Los pasos zebra son esa salvación de los ríos y ríos de coches que cada día inundan nuestras calles, transportando a los intrépidos conductores de sus hogares a sus destinos para hacer los menesteres más inverosímiles.
Esas rayas pintadas en el asfalto que nos permiten pasar de un lado a otro de la calzada, indicando a todo el mundo que ese puede ser un lugar seguro para hacerlo, una pequeña isla de salvación entre tanto objeto moviéndose a grandes velocidades.
Desgraciadamente, son inseguros para esos utilitarios que se mueven con sus simples articulaciones, para esos llamémosles atrevidos peatones que osan con tan sólo la ayuda de un luminoso y parpadeante naranja intentar llegar al otro lado, mientras las fieras restan frenadas, que no adormecidas, indicando a todo el mundo su voraz prisa y sus ansias por apresurar al tímido andar del peatón.
Un paso cebra no indica una obligatoria para los vehículos. Visto febrilmente parece incluso un insulto a su bien fluir, a su superioridad velocidad, a su armadura de acero y aluminio. Un paso zebra es un insulto y debe superarse lo más pronto posible. No importa el color del semáforo, no importa si hay alguien sobre el paso zebra, la máquina está primero que el hombre. Aunque dentro de esa máquina exista un hombre seducido por el olor del carburante.
El viernes, otra vez en mi atormentada vida de peatón, me intentaron volver a atropellas. Caminaba yo pensativo por la calle, metido en mis pensamientos e imaginando, que no significa que no estaba atenyo al devenir el tráfico. Pues el semáforo de ese señor que parece en movimiento estaba verdemente encendido. Cuando de pronto en la tranquilidad de mis latidos un coche de marca desconocida y de un amarillo fosforitamente grotesco, rugía a gran velocidad contra mi débil cuerpo.
Ante el peligro, uno de mis eventos se disparó al instante, parándome el seco, dispuesto a sacar a un lado o a otro para evitar el peligro de la colisión, mis XX Kgs de masa corporal se tensaron, pero supongo que era demasiado obvio mi cuerpo sobre el firmamento del parabrisas que el conductor freno en seco. Neumáticos chirriantes deslizándose sobre el pavimento e invadiendo el paso zebra y un frenazo que aturdió a algún que otro Pequinés (habitante de Pekín o Beijin, no estoy hablando de perros).
Momentáneamente estaba salvado, pero mi burbujeante sangre actuó en reacción animal y con gesto despreciativo indiqué al seducido ser humano del interior de la máquina, que el semáforo continuaba en verde y yo estaba abrigado por el paso zebra. Seguí caminando, cuando a mis espaldas se oían improperios, aludiendo a mi heterosexualidad y algo relacionado con mi cabeza abierta.
Pienso pues, en todos esos seres humanos intoxicados por la velocidad y la prepotencia de la máquina, acaso no son ellos mismo peatones de la sociedad que en algún momento tienen la necesidad de utilizar sus dos piernas para cruzar una calle, acaso no deberían tener el mismo respeto para aquellos que a diario utilizamos los signos de conducir como defensa propia como el que exigen ellos cuando llegan a convertirse en peatones.
Respeto, exijo respeto para el hombre desnudo ahí de pie contra la máquina, sólo en el paso zebra, sea cual sea el tiempo que necesite para cruzarlo. Dos pies no pueden compararse con cuatro ruedas. Un ser humano es mucho más importante que una máquina.
Respetemos los pasos zebra.
Publicado en 2005-02-27-15-44
Referencia: pivot/00077.php