10. 000 KM

Hoy parecía que tenía que ser uno de esos días de trabajo agobiante, con miles de problemas y estres hasta el culo. Pero afortunadamente todo ha salido al contrario, aunque ahora que lo pienso esto tiene pinta de aplazamiento en vez de enfrentamiento.

Los problemas deben afrontarse y mi estado de ánimo estaba hoy para eso, pero poco a poco las situaciones se han visto alteradas, las buenas no se han convertido y las que deberían haber sido malas apenas han transcurrido y gracias a lo uno y a lo otro el día ha pasado volando. De hecho, incluso los problemas más graves que han caído en mis manos han sucumbido. La llamada de la hora de salida menos un minuto, con el marrón que te hará alargar media hora más la jornada de trabajo, pues ha sido visto y no visto. Tal vez no me haya dado cuenta del kaos que circulaba a mi alrededor y haya sido tan inconsciente como para vivir en un mundo de nubes con toda la energía positiva que había acumulado para el día de hoy (Dios! que cursi me estoy viendo).

Las comunicaciones son increíbles, incluso estando a casi diez mil kilómetros de distancia de mi santa esposa, aún así nos llegamos a discutir. Bueno, a reír. Esto de que la tecnología nos acerque nos hace pensar que tenemos a la otra persona a escasos palmos de nuestro cuerpo físico y las vivencias que contamos son como las contamos en la cotidianidad, cuando la añoranza grita en nuestro interior. Por eso no nos damos cuentas ni de lo que hacemos ni de lo que decimos, pero siempre hay tiempo para reconciliarse, incluso a diez mil kilómetros de distancia.


Publicado en 2004-10-01-19-04

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